Esta técnica del MOSAICO es realmente agradable para trabajar porque no es nada exacta y permite que puedas disfrutar mezclando colores y que puedes reaprovechar multiples trocitos de arcilla que tengas de otras piezas.
Tenía de otros trabajos unos restos de arcillas en tonos naranjas, verdes, marrones y amarillos de unos degradados que estoy haciendo y con eso me puse a hacer mi mosaico. Para ello puedes bien dibujar algo en una lámina de arcilla de desecho, como unas casitas, o disponer los colores a tu aire.
Basta con ir cortando tirillas de arcilla, hacerles unas endiduras con la parte trasera de la cuchilla y colocarlas en los lugares deseados.
Al finalizar con un cortador le doy forma a mi pieza final. Y al horno.
Mientras se cuece y enfría voy preparando la masa con la que voy a rellenar las juntas del mosaico. En mi caso es arcilla negra con arcilla líquida. Al final debe de quedarte una arcilla chiclosa, muy maleable y con la que vas a recubrir la pieza por completo.
Con los dedos deberás de introducir bien la arcilla por las rendijas y de paso quitar el exceso. Hasta que finalmente debes dejar la pieza limpiar de arcilla por toda la superficie. La mejor manera de limpiarla es con una toallita húmeda o con un algodón empapado en alcohol.
Una vez que lo tengas limpio de arcilla, de nuevo la cueces según las intrucciones del fabricante y ya estará lista para darle el acabado que más te guste.
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